domingo, 30 de junio de 2013





¿Por qué la gente huye cuando huele problemas?

Sé que nadie puede ayudarme, e incluso que soy ingrata con los consejos ajenos. Soy una mala depresiva, igual que soy una mala enferma.

Pero, ¿acaso pido demasiado al esperar que mis amigas estén conmigo en estos horribles momentos? Oposiciones, trabajo (vale, de acuerdo) y otras excusas que atufan a mentiras piadosas. Suena duro (lo es) pero siento que nadie a mi alrededor está a mi altura en ese sentido. A mí, SuperRachel-al-rescate, que me faltan pies, horas y parrafadas de Whatsapp para ayudar cuando algo falta. 

Quizá hoy últimamente lo vea todo gris marengo tirando a negro azabache, pero es que hoy últimamente me siento sola, muy sola. Esperando un consuelo que, lo sé, no llegaría ni con cien mil llamadas o paseos juntas. Pero me ahorrarían, sólo eso, un par de horas de dolor. Sólo eso.

Así que no lo he querido evitar. He tirado mano del único no-amigo que nunca me falla, excepto cuando me destroza el corazón por no amarme. Pero, al fin y al cabo, el único que está ahí, a mi lado.

Aunque sólo sea porque tienes tanto tiempo libre como yo. Aunque sólo sea por resarcirme del sufrimiento que tú mismo me causas.

Aunque quizá aún tenga la venda cosida a los ojos y no quiera ver a ese ser horrible, egoísta y manipulador que ellas ven. 

Aunque sepa muy bien que esa venda me la arrancó el huracán hace muchos años, y ahora lo único que veo es a ti: imperfecto, egoísta (de acuerdo) pero con un gran corazón que todavía (gracias) me tiene en cuenta. 





...Por arañarme el corazón, por ser así como tú eres...

viernes, 28 de junio de 2013

¿Se han agotado mis lágrimas?

¿Me he rendido ya?

¿Da esta libreta cada vez más pena?

Si la respuesta es afirmativa, realmente me da igual. Prefiero no llorar aunque el dolor sea tan inmenso que traspase fácilmente corazón, costillas, carne y piel y salte hasta este papel.

Tengo que olvidarte. Mejor, olvidar que te quiero (lo de dejar de hacerlo ya está más chungo). Seguir viviendo y soltarme de tu mano, que aún me agarra con disimulado brío, aunque digas que no me quieres como yo te quiero a ti. Aunque no quieras estar conmigo y ya sueñes con el sol de nuevos horizontes.




Me quiero recuperar. Recuperarme a mí misma. Y volver a reír de verdad aunque no estés cerca. Y que nuestros recuerdos juntos ahuyenten el dolor, y no lo llamen. 

Quiero desaparecer* y volver a aparecer, y que todo sea:




Que sea BIEN y no MAL. Porque sin ti ahora es FATAL. Que pasen pronto las páginas y que en las últimas hojas se lean palabras serenas, seguras. Palabras de olvido y cariño. Curadas ellas, curada yo.


Por favor...



*No te dejé de querer. Dejé de insistir.

miércoles, 26 de junio de 2013

Ay. AY. AY.

Menos mal que no te he arrojado a la basura, querida libreta mía. O peor aún, al olvido oscuro de algún cajón.

Menos mal, porque en esta puñetera, cruel y torturadora montaña rusa que es mi vida, hay subidas y bajadas. Ascensos imposibles y caídas en picado. Sin frenos ni airbag.

Yo misma me boicoteo, y ya era hora. Me canso de vivir en algo que ya no existe pero aún me das. Me cabreo y exploto. Y tengo razón, pero de poco me sirve. No me siento mejor. Me entiendes, te adaptas, me sigues. 

¿Y qué? Si ya se ha acabado, si ya hemos dejado de intentarlo.

El reto ahora es otro. El "más difícil todavía". Sin manos, sin pies... ¿sin dientes? Pero no desisto. INsisto.

Te seguiré viendo, no me iré de tu lado. Y te olvidaré. Dejaré de verte así. Nos alejaremos y todo será fácil, muy fácil.

Y volveré a enamorarme. En otra vida, en otro mundo, PERO A TU LADO. Un "a tu lado" distinto esta vez pero por el que pelearé con uñas y dientes a pesar de la incomprensión ajena. Siempre y cuando tú quieras.

No tendré que recordarte porque no dejaré que te conviertas en ideas, pensamientos, nostalgia. Seguirás siendo real, de carne y hueso (más que carne que de hueso).

Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad. Eso dicen. Agotaría todas las libretas del mundo conjurando esta mentira. La de nuestra futura amistad sincera. Sin dolor. Sin nada más que , mi innombrable ahora nombrable, y yo.


martes, 25 de junio de 2013

Vale. Ya es oficial. Esta libreta pierde sentido por momentos. Ni en eso de olvidarte y aceptar mis propios fracasos soy buena. En meter la pata sí lo soy

Si el día de ayer fuera un capítulo de F.R.I.E.N.D.S podría titularse "El de la gran cagada", y sin duda sería un cierre de temporada. Sólo hay una pequeña pega: que de las cagadas una suele arrepentirse. Y yo no lo hago ni un poquito.

Sea como sea, acostarse con un ex (or whatever) no parece muy recomendable cuando se trata de dar carpetazo. Pero es que a mí la carpeta se me ha perdido y no hay manera de encontrarla.

Que nos quiten lo bailao, sobretodo a ti, que te juegas mucho que yo en estos lances arriesgados y suicidas que tanto parece que nos gustan.

Ni siquiera sé qué quiero hacer ahora. Si quiero repetir o irme corriendo (modo pies-para-qué-os-quiero). 

Césped, I need you. O un puente desde donde pensar (o tirarme, metafóricamente).




Pues eso, que ya me has vuelto a recordar a qué saben tus besos y tu cuerpo, como si lo necesitara...

Pues eso, que sigo perdida en este laberinto de "nuncas" que nos pasamos por el forro, de explicaciones que no hacen falta (otra vez NO) y de tinta redentora (qué me queda si no...).

Y poco más por hoy.

QUÉ LÍO.

lunes, 24 de junio de 2013

¿Cómo es posible terminar consolando cuando debería ser yo la consolada? ¿Cómo es posible, a estas alturas de la partida, tener ganas de luchar, de sacarte una sonrisa? YO a TI. Increíble pero cierto.

Así me siento. Me debato entre dos adjetivos para calificar esta situación: "bonito" y "patético". Se aceptan opiniones.

Bueno, a una nunca le apetece ser una patética, ni siquiera si pensamos en la catastróficamente molona Bridget Jones, así que prefiero seguir creyéndome dentro de una peli de Meg Ryan en la que el amor lo puede todo y está por encima incluso de las propias sonrisas.



Ayer lo vi otra vez, en mi cabeza. Tú y yo versión 1.0, con granos, pendientes imposibles y peinados matadores. La playa. San Juan. El vago recuerdo del amor estallando en mi pecho, rompiéndome las costillas una vez más en tu nombre. Y alcohol, arena y un tranvía abarrotado. Y un "lo siento" que me supo a gloria. 



Un par de puñados de años después aún no me creo que sigas aquí. Que seas tú y sólo tú. Creía que la vida nos devolvería esta vez lo que nos quitó entonces. Y sin embargo nos da esto, que no es poco. Este "tú y yo" de nuevo tan complicado en el que no sabemos si acabar juntos o separados. 


Y mientras lo pensamos, tú no te vas. Yo no me voy.

viernes, 21 de junio de 2013

Hoy es uno de esos días en los que ni todo el papel del mundo me bastaría. Podría escupir palabras durante horas y, lo sé, no encontraría la paz que busco. 

Ayer por la tarde me pediste que fuera a pasear contigo y tu familia (subidón, porque eso no es, PARA NADA, cosa de amigos [¿verdad que no? x3]). 

Ayer por la noche me dijiste que no piensas en mí cuando haces el amor contigo mismo (ejem). Bajón. No sé muy bien por qué pero bajón. Creía que aún era tu diosa, flacucha y bajita pero tu diosa. En fin, supongo que no significa nada, que es otra excusa que la parte sensata y cabreada de mi corazón (esa tan pequeña y con complejo de inferioridad) se buscó para tomar el mando por un rato. No te emociones, pequeña Rachel orgullosa, tú que hace años eras la reina y señora de estas tierras. No te durará mucho la gloria. El amor propio ya me empieza a hacer aguas y ronda por mi cabeza la idea de ponerte alguna carita de Whatsapp de esas que se inventaron para quitarle hierro al asunto. La que enseña los dientes. No, mejor, la que se pone rojita.



En fin. Anoche te confesé que yo sí lo hago. Yo sí pienso en ti. aunque en realidad no lo hago, así que no sé muy bien por qué estoy enfadada. Quizá por el adjetivo que aún resuena en mi cabeza: inmoral. Inmoral es que no me quieras y sigas empeñado en quedarte pegadito a mí. Pero bueno, corramos un (es)tupido velo, que la Rachel furiosa se envalentona y me da miedo, mucho miedo.

Ironía y resquemor fuera, hoy también te quiero, igual que ayer e igual que mañana. Odio los vaivenes, esta inseguridad, esta página pegada que NO-SE-PUEDE-PASAR. Pero te quiero (otra vez). En mi vida, en mi cama, en mis sueños. En mí, de donde aún no te has ido. Y por eso, sólo por eso, sigo creyendo (ingenua de mí) que aún te tengo un poco.

jueves, 20 de junio de 2013


Hoy toca divagar como terapia (como siempre, por otra parte...). Una mañana estupenda sin ti. El tiramisú, los tuppers y el chocolate Milka con Oreo en el césped con Temis han bastado para reducir el número de veces que he mirado el móvil. De un-millón-quinientas-noventa-y-un-mil-trescientas-ventiocho, a unas cuatro o cinco. Todo un récord para ser yo. Todo un récord para ser tú.

Pero en la tarde... He vuelto a las andadas. ¿Cuánto tiempo más continuaré mirando el móvil a intervalos de fracción de segundo creyendo (falsamente) ver la luz LED encenderse como quien ve un oasis en medio del desierto? Supongo que aún va para largo, especialmente si todavía me cedes ocasionalmente tu espalda para masajes y mimos varios. Eso es lo que tengo de ti: tu espalda. Y me creo con derecho a llamarte para ver qué haces o dónde estás. Qué ideas tengo... ¡Cómo si acaso tú lo hicieras! (Nota mental para mi lectora yo del futuro: SÍ LO HACE). 

En fin, lo de siempre, te quiero y aborrezco a partes iguales. Me aborrezco a mí misma cuando no sé dónde estás y no me contestas, y me entra taquicardia y no puedo pensar en otra cosa. Y me pongo a dar vueltas por la casa como una desquiciada, y sólo respiro cuando por fin contestas. Y entonces soy yo la que no contesta porque aún me queda algo de dignidad para hacerme la dura.

Jolín (JODER), qué difícil es todo. Que mierda es no poder querer separarme de ti. Qué aburrimiento no encontrar un YA BASTA en mi vocabulario. 

Pero pasará... Tiene que pasar, ¿no? No puedo quedarme aquí por mucho tiempo. Sólo lo que dure una libreta, la nueva y única unidad de tiempo que ha de guiarme.



¿He dicho ya que te quiero? Creo que hoy aún no. ¿He dicho ya que me perdono? Creo que en esta libreta aún no. Pero me perdono. Por tener que volver a hacer esto. Por permitirme tantas idas y venidas. Por no darte una patada en el culo. Por convertir un reto superado, en un reto que empieza de nuevo.


miércoles, 19 de junio de 2013

Era de esperar. La cena se produjo y (para qué malgastar fuerzas tratando de mentirme aquí también) me dio alas. Cómo no iba a hacerlo si sentí tu pulso acelerado en la garganta con las yemas de mis dedos. Mis dedos, los mismos que ansiaban recorrer cada centímetro de tu piel. 

Pero no lo hicieron. Mis manos se quedaron paseando por tu cara, tu cuello, tu nuca, tu pelo, tu barba, tu nariz. Casi tu boca. Tus ojos cerrados. Mirarte sin verte me llenó de PAZ. Tu cabeza en mi regazo, acurrucado como un niño indefenso. Egoísta (gracias por serlo) no pudiendo o no queriendo apartarte de mi lado.

Ya, lo sé, que se trata de olvidarte y no estoy remando con muchas ganas hacia esa dirección. Quiero pensar, sin embargo, que si algún día lejano y ahora quimérico en el que ya no te quiera leo estas líneas, sonreiré y pensaré que incluso con esa cena estaba contribuyendo al propósito final. Que eran pasos necesarios para completar un plan que quizá entonces ya haya entendido. Para cerrar un círculo que ojalá entonces ya se haya cerrado.



Mientras, no me flagelaré por mis resbalones.

No dejaré de creer que los milagros existen (no puedo, es que no puedo...). 

No me forzaré a dejar de quererte, porque tengo mucho más amor que fuerza, y fuerza tengo bastante.

Viviré como pueda, seré feliz cuando quiera.

Y te seguiré queriendo tanto como el tiempo y el olvido me dejen.

... Como una espina que acaricio...

lunes, 17 de junio de 2013

Hoy no estoy colaborando mucho con el propósito de este cuaderno, osease, olvidarte. Esta mañana prefiero aferrarme a un sueño ñoño y estúpido que, obviamente, se ha desvanecido al abrir los ojos. A eso y a una idea kamikaze que me ronda la cabeza sin descanso: voy a invitarte a cenar. A mi casa. Los dos solos. Por la noche, que es cuando se suele cenar, claro. Y no pasará nada, lo sé (¿lo sé), aunque en el fondo espero que algo cambie, el universo se detenga, y todo lo que mi corazón anhela se cumpla, como en un previsiblemente perfecto final de Disney. 

Hoy gana la Rachel cursi. Hoy gana el amor que resiste como un jabato, contra viento y marea, que se hace fuerte con cada decepción. Ese amor tenaz (Algo-aquí-dentro-insiste) que tiene que morir y lo sabe, pero que cada día prefiere encontrar una excusa para postergar el final y seguir viviendo... un poco más. 

No parece muy alentador que el segundo día que escribo aquí lo único que me salga sea eso, amor. Pero no hay tiempo para fustigaciones. Los errores están para cometerlos y aprender de ellos (que socorrida frase para cuando estás a puntito de cagarla, ¿eh?).

Espero que el de esta noche sea enorme, colosal y maravilloso, aunque también espero que no exista, que no le demos más razones a este testarudo amor para seguir latiendo. Que lo dejemos morir en paz.

... Somos barcos varados...



sábado, 15 de junio de 2013

No tengo cinco años ni he perdido la cabeza (creo), aunque la primera página de este cuaderno sugiera lo contrario. 
Sólo es que me has dejado OTRA VEZ y no sé qué hacer para sacarte de aquí dentro (mano en el pecho) donde dueles tanto...

Así que aquí estoy, escribiendo con tu boli y nuestros recuerdos, esperando que de nuevo las palabras sean mi catarsis. Escribir siempre fue mi arma (No-es-que-sea-mi-trabajo-es-que-es-mi-idioma) y también mi escudo. Espero equivocarme al pensar que esta vez las armas habituales no bastarán. Porque te has atrincherado, pegado, clavado, acoplado, fundido, soldado, atornillado a mí y a todo cuanto creo ser.

Pero pasará, eso también lo sé. Deseo que las 120 páginas de está libreta (ni de coña) y la tinta a la mitad de tu boli sean suficientes.Que cuando se agoten pueda pintar en la última página un FIN de colores y en mi cara una sonrisa.


Aquí seré yo misma. Porque un papel en blanco escrito en la soledad de cualquier parte no juzga ni levanta cejas acusadoras advirtiendo catastróficas repercusiones a actos humanos. Habrá muchos de esos, recaídas, supongo. Días de ironía y días de llanto inconsolable. Días de miedo a no sentir nada. Días de miedo al sentirlo todo. Pero 120 hojas bastarán, al menos, para sanar heridas y dibujar horizontes más esperanzadores. 

Porque si, al final, algo no sale bien es que no es el final.

Cómo conseguí olvidarte

Esta no es la primera entrada del blog. Cómo conseguí olvidarte empieza exactamente tras esta entrada cero aclaratoria. Este bitácora surge como una terapia, un último e improvisado remedio para no volverme loca. Hay poco o nada que necesitéis saber sobre mí. Soy mujer, soy joven y estoy fatal e irremediablemente enamorada. Ah, y lo más importante, todo lo que contaré aquí será, por suerte o desgracia verdad-verdadera. No es ficción o literatura. Es mi vida, que es muy "graciosa".

Lo que seguirá a estas líneas serán las transcripciones progresivas y a tiempo (casi) real de las páginas de una libreta de tapas naranjas en la que volcaré mis preocupaciones, desvaríos y dudas de mi puño y letra, como a mí me gusta. Esa es la primera parte de la terapia. La segunda, es hacerlo público en este blog, para no echar marcha atrás, para no claudicar, para cumplir la misión: olvidarme de ti.