jueves, 20 de junio de 2013


Hoy toca divagar como terapia (como siempre, por otra parte...). Una mañana estupenda sin ti. El tiramisú, los tuppers y el chocolate Milka con Oreo en el césped con Temis han bastado para reducir el número de veces que he mirado el móvil. De un-millón-quinientas-noventa-y-un-mil-trescientas-ventiocho, a unas cuatro o cinco. Todo un récord para ser yo. Todo un récord para ser tú.

Pero en la tarde... He vuelto a las andadas. ¿Cuánto tiempo más continuaré mirando el móvil a intervalos de fracción de segundo creyendo (falsamente) ver la luz LED encenderse como quien ve un oasis en medio del desierto? Supongo que aún va para largo, especialmente si todavía me cedes ocasionalmente tu espalda para masajes y mimos varios. Eso es lo que tengo de ti: tu espalda. Y me creo con derecho a llamarte para ver qué haces o dónde estás. Qué ideas tengo... ¡Cómo si acaso tú lo hicieras! (Nota mental para mi lectora yo del futuro: SÍ LO HACE). 

En fin, lo de siempre, te quiero y aborrezco a partes iguales. Me aborrezco a mí misma cuando no sé dónde estás y no me contestas, y me entra taquicardia y no puedo pensar en otra cosa. Y me pongo a dar vueltas por la casa como una desquiciada, y sólo respiro cuando por fin contestas. Y entonces soy yo la que no contesta porque aún me queda algo de dignidad para hacerme la dura.

Jolín (JODER), qué difícil es todo. Que mierda es no poder querer separarme de ti. Qué aburrimiento no encontrar un YA BASTA en mi vocabulario. 

Pero pasará... Tiene que pasar, ¿no? No puedo quedarme aquí por mucho tiempo. Sólo lo que dure una libreta, la nueva y única unidad de tiempo que ha de guiarme.



¿He dicho ya que te quiero? Creo que hoy aún no. ¿He dicho ya que me perdono? Creo que en esta libreta aún no. Pero me perdono. Por tener que volver a hacer esto. Por permitirme tantas idas y venidas. Por no darte una patada en el culo. Por convertir un reto superado, en un reto que empieza de nuevo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario